
Las últimas investigaciones están demostrando que el estrés puede ser positivo para tu vida. Pero depende de algo que está en tus manos.
El estrés ha tenido el sambenito durante décadas. Se le atribuye el origen de muchos problemas de salud, como trastornos gastrointestinales o enfermedades cardiovasculares. Casi nada. Y además, existe la creencia colectiva que tener una vida estresada es de lo menos recomendable para nuestras relaciones personales. Pero, ¿todo ello es verdad?
La ciencia, que se esmera en comprobar si nuestras creencias son ciertas o no, se ha puesto manos a la obra para verificar si el estrés es el origen de tantos trastornos. Hay un primer dato que lo pone en duda, como cuenta Kelly McGonigal, psicóloga de Stanford. Después de un estudio a más de 30.000 adultos en Estados Unidos durante ocho años, se analizó el grado de estrés que tenían y se comprobó quiénes habían fallecido. Para aquellos que vivían una vida muy estresada, las probabilidades de morir se incrementaban un 43 por ciento. Hasta aquí se confirma la creencia colectiva, pero existe una importante matización. “Pero eso solo fue cierto para aquellos que pensaban que el estrés era perjudicial para la salud”, dice McGonigal en su charla TED vista por más de diez millones de personas. Es decir, lo que pensemos sobre el estrés es lo que lo convierte en un aliado o en un enemigo. Y lo más apasionante, depende de nosotros.
¿Y cuáles son sus beneficios? Hay varios. Por un lado, el estrés nos genera adrenalina, lo que nos aporta energía para hacer cosas que nos dan una pereza increíble. Y si no, recuerda cuando has dejado algo importante para el último momento. Puedes pensar que ha sido por falta de organización, pero quizá inconscientemente buscabas luchar contra el tiempo, generar adrenalina y así encontrar un pequeño reto. También nos ayuda a impulsar la oxitocina, más conocida como la hormona del amor, porque nos acerca a las otras personas, como explica McGonigal. En definitiva, el objetivo no es tener una vida estresante, que no es la panacea, sino saber que si queremos que no nos haga más daño, necesitamos contemplar también su parte amable. Y lo que demuestra la ciencia es que dicha mirada depende de nosotros y no solo de lo que nos ocurra.
Enlace a la noticia en el País
Artículo publicado por gentileza de Unadap

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